viernes, 3 de septiembre de 2010

Sentido adiós, Germán Dehesa (1944 -2010)

Por Ismael Martínez


Escritor, dramaturgo y periodista, pero sobre todo, crítico máximo de los vicios societarios y los abusos y torpezas del gobierno, el ilustre Germán Dehesa detuvo, ayer por la tarde, su gorjeo en este mundo. Murió de cáncer, un agresivo cáncer que recién nos enteramos padecía. Tenía apenas 66 años.


Germán Dehesa fue un Puma incansable, destacado universitario y docente de la máxima casa de estudios por más de 25 años. Desde noviembre de 1993 escribía, de lunes a viernes, su columna “Gaceta del Ángel” que publicaba el diario Reforma en la sección “Ciudad”. Ahí hablaba de todo, de lo propio y extraño, de sus días felices y sus más íntimas desgracias; de las mujeres de su vida, de los viajes que hacía con sus hijos, de los amigos que había encontrado y las pláticas que con ellos sostenía. Pero la “Gaceta del Ángel” no servía sólo de diario personal. Don Germán registraba con particular agudeza el devenir diario de la Ciudad de México. Por su columna desfilaban por igual los eventos alegres y las noticias funestas.



Cartón-homenaje por Rictus publicado en diario Reforma


Este humilde espacio se une al profundo lamento por la pérdida de un ciudadano ejemplar, autonombrado intelectual de taburete y hombre de excepcional carisma. Reproduzco entonces a manera de homenaje, y con perdón del Grupo Reforma, la entrega “El corazón y sus figuraciones” correspondiente al pasado miércoles 25 de agosto, una sentida columna en donde Don Germán nos confiesa el avanzado estado de su dolencia:


LA GACETA DEL ÁNGEL

El corazón y sus figuraciones

Germán Dehesa


Creo que no les he contado que estoy enfermo, seriamente enfermo. Tengo cáncer, pero hasta ahora la enfermedad no me ha producido ningún dolor insoportable. Trato de vivir sobre las puntitas de los pies, pues en mis delirios, imagino que si casi no hago ruido, la enfermedad no se va a percatar de mi presencia y me permita colarme a la vida que es a donde me gusta estar. Como quien dice, mi vida es casi secreta y su único nuevo rasgo que yo detecto es la impaciencia. Así pues, no tiene ningún sentido que me saluden de lejecitos, ni que me saquen la vuelta, ni ninguna patochada de ésas. Nadie tiene idea de cuándo será la terminación cronológica de mi vida, pero calcula la ciencia médica que esto ocurrirá hacia los finales de este año. Espero distribuir generosamente entre el personal médico billetes de muy alta denominación, de modo que este plazo se vaya ampliando, por lo menos, hasta 2020. Si se puede obtener más, ahi lo dejo en manos del gobierno. Tengo mucha confianza en que nuestra burocracia acuse recibo de la solicitud en 2018, lo cual nos da margen para seguir resollando. Lo que desde ahora les puedo asegurar es que, mientras pueda yo menear la pluma y no comience a decir puros despropósitos y marihuanadas, aquí me tendrán siempre a sus canijas órdenes y a sus pies, si no les rugen, como solía decir la inmortal Borola Tacuche de Burrón.


Me molesta casi tanto como a ustedes, este tipo de artículos donde tengo que ponerle luto a mis palabras y no sacarlas a pasear para que se asoleen que es lo que a mí más me gusta; pero dibodobadito, tarde o temprano los médicos logran llevarte a sus terrenos y ahí es la de no te entumas y no le saques, manito. Por esas latitudes transito yo en la actualidad. Me entusiasma saber que, gracias al talento de sus madres, mis hijos son gente de bien, con buena orientación en la vida y totalmente a la guapachosa altura de su herencia veracruzana. Todos son estudiosos, trabajadores y con magnífica inteligencia que, donde primero y mejor se muestra es en el buen humor que los cuatro manifiestan, caiga quien caiga.


No me estoy despidiendo. Yo espero que falte mucho como para que ocurra algo tan ingrato. Como en el teatro, esto es apenas la primera llamada, primera. Ya sé cómo se las gastan los lectores de por aquí y no me sorprendería que, a la vuelta de unos días, me tope con gente que diga que, el mero día del Bicentenario me voy a suicidar en el Zócalo gritando leperadas en contra de un gobierno y de un sistema que premia cada vez más a la idiotez y no suele ser justo con la inteligencia. No, yo no voy a hacer nada de eso para celebrar o denostar a este sistema del que, por lo demás soy miembro activo y no quiero jamás dar la impresión de que me doy de baja. Lo que sin duda ocurrirá es que el sistema me dé de baja a mí, pero ése ya es otro cantar.


Voy terminando. Este artículo y sólo este artículo. Yo tengo que guardar reposo por algunos días, pero muy pronto volveré a vestir mi uniforme azul y oro y a sembrar el pánico por todas las canchas de la República. Ahí me los encontraré. Mañana nos vemos. ¿Entendido?



No hay comentarios: