Cuatro años, se dice fácil. Dos vocablos que engloban incontables jornadas frente al ordenador; más noches que días pegado a lo que Charlie Brooker denomina “Black Mirror” (oscuro espejo, pantalla negra), ventana contemporánea de doble vista en donde se mira a uno reflejado en el resto.
Una disculpa merece ahora, querido público lector, antes que cualquier regocijo onanista de mi parte. Una disculpa porque este espacio se ha convertido, de a poco, en un lienzo internauta de caricaturas, monitos y postales; retahíla de acontecimientos menos apasionados que funcionalistas.
Si usted, camarada internauta, ha seguido esta bitácora los últimos meses, sabrá que en dicho tiempo he escrito poco de alguna trascendencia reseñable. Por tiempo perdido, por agenda comprometida o por cínica pereza, este ha dejado de ser un espacio para hablar —con libertad de pluma anónima— de historieta, caricatura, entretenimiento interactivo, cine y animación.
Puedo prometerles que el camino futuro cambiará a partir de ahora, pero no sé si pueda cumplirlo, no pronto ni a cabalidad. Espero, sin embargo, cierta fidelidad de su parte. Ya son cuatro años de compromiso en la red y algunos de ustedes me han acompañado desde el inicio —aquél sábado 15 de marzo de 2008— cuando publiqué mi carta de motivos, en forma de un aforismo de Beckett: "No tiene ninguna importancia no publicar. Hacemos eso para poder respirar".
Sigamos, pues, en contacto. Por acá andamos…
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