Llevó ya varios días, sólo unos cuantos, sin escribir nada (nada con algo de coherencia y continuidad) y mis dedos truenan y se regodean torpes ahora al teclear un encargo impostergable… lo hago con gusto y esmero, casi sintiendo breves espasmos en las falanges, como si fueran reflejos de algún pianista mediocre…
Por ello me tomo un tiempo para plasmar algo que no valga, que no requiera oficio, que salga así, por salir, como viene, que tenga grabado un sincero “ahí se va”… qué rico es escribir así, sin prisas, sin mañas; ausente de trabajo, lejos de las displicentes miradillas en la nuca, sin esperar la lectura de algún narizón con gafas…
Qué rico es redactar a tus anchas…
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