Enrique no es un niño ordinario. Él devora libros. Y no recurrimos ahora al metalenguaje o dobles sentidos. Enrique, literalmente, se los come. Todo comenzó un día cuando, por azares del destino, y gracias a un curioso descuido demasiado raro para ser referido, Enrique pasó su larga lengua por alguna página de cualquier libro. La textura extasió sus sentidos, el sabor era exquisito. Pasó entonces del tímido lengüetazo a la breve dentada y de ahí a los grandes mordiscos.
Los efectos secundarios de tan sorprendente preferencia culinaria fueron del todo inauditos. Entre bocado y bocado Enrique comenzó a saber de literatura china y física aplicada, de arquitectura victoriana y mecánica cuántica. Pasó de cantar sencillas fábulas de Esopo a recordar largos poemas de Virgilio. Un día, en el desayuno, memorizo incluso el diccionario completo. Pronto ya nada satisfacía su apetito. Fue entonces que comenzó a olvidarlo todo, a confundirlo todo, a no encontrar entre tanta riada de conocimiento ni una pisca de sentido...
De la mano de Oliver Jeffers, célebre autor e ilustrador de volúmenes para niños, El increíble niño come libros reacciona al generalizado esfuerzo por convertir a la lectura en grato patrocinio. Cómo hacer que un crío lea es asunto de interés nacional. Un pequeño lector se torna en joven propositivo y adulto letrado. La lectura como gusto puede mutar en fin y medio de vida. Desde la especialización culta hasta el más furtivo divertimento, la lectura es parte sustancial de la vida.
El libro no sólo divertirá a los más pequeños por su curiosa anécdota y acertado formato, sino que con esa maravillosa dualidad del verbo “devorar” propone el fin último de “usar” un libro: la prestancia del inacabable conocimiento comprendido.
Publicado en español por el Fondo de Cultura Económica en el 2007, la popularidad del título ha exigido nuevos tirajes cada año porque el presente volumen resulta en gozosa fábula sobre la lectura y sus múltiples consecuencias, desde la recreación lúdica hasta el obligado estudio, desde el mero repaso visual hasta su más hondo remanente de espíritu.
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