domingo, 9 de mayo de 2010

Iron Man 2, el churro y la sombra del proyecto Avengers

Tarde de media semana en la ciudad. Miércoles de “descuento” en cines. Iron Man 2 llega a cartelera, era tiempo, sin duda, de verla. Las luces se apagan, los comerciales terminan, la cinta comienza.


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Primera escena. En medio de una tormenta, en una gélida provincia rusa, Ivan Vanko (Mickey Rourke) mantiene una última conversación con su moribundo padre, físico genio y otrora socio de Howard Stark, padre de Tony, hacia finales de los años sesenta. El exconvicto científico recuerda las humillaciones a su padre mientras mira impotente el exhibicionismo de Iron Man en el noticiario. Algo en su interior detona. Ivan busca entre los escombros y extrae un gran plano con el diseño original del reactor nuclear que el hombre de hierro lleva en su pecho. Es trabajo conjunto de su padre, y del padre de Tony. Estudia el plano. No tendrá problema alguno en imitarlo.


Segunda escena. Tony Stark (Robert Downey Jr.), alias Iron Man (o visceversa), se arroja desde una aeronave. AC/DC, a todo volumen, en las bocinas. Vuela, cae con estilo y aterriza para inaugurar la Expo Stark, celebración única en el ámbito de la innovación tecnológica que fundara su padre muchas décadas atrás.


Tercera escena. Tony asiste a una sesión sobre seguridad nacional en Washington D.C. La senaduría estadounidense le exige entregue a su gobierno la tecnología que permite la existencia de Iron Man. Imposible, subraya Stark, el núcleo es parte integral de su cuerpo y la patente de dicha tecnología es patrimonio industrial; Stark argumenta entonces sobre dos puntos clave en la vida nacional: la propiedad privada y la libertad.


Cuarta escena. Vanko viaja al Mediterráneo para asesinar a Tony, quien presentará su propia escudería en el Gran Premio de Mónaco. En plena carrera ataca Whiplash. Se libra una feroz batalla. Iron Man triunfa pero su reputación peligra. El mundo entero conoce ahora que su tecnología es imitable. Los enemigos de América podrían poseerla…



Tras larga reseña sólo queda lo evidente. A pesar del excelente papel de Mickey Roulke, la figura antagónica es liviana y decepcionante. Las esporádicas apariciones de Nick Fury (Samuel L. Jackson), inconexas y confusas. El papel de Johansson, inservible. Nadie que no esté empapado en el universo Marvel encontrará coherentes las menciones al proyecto S.H.I.E.L.D y la iniciativa Avengers. Iron Man 2, por tanto, no cuenta con un guión meritorio y/o convincente.


Jon Favreau, director de la saga, (quien además interpreta a Happy Hogan, guardaespaldas y entrenador de Tony) logró una cinta apenas creíble, llena de agujeros argumentales. Debe ser difícil tener en las manos un proyecto de éxito asegurado. Más difícil debe ser atreverse a arriesgarlo.


¿Lo bueno? La química escénica entre Robert Downey Jr. y Gwyneth Paltrow, las escenas de acción aérea, el asalto de Whiplash en Mónaco, la coreografía de batalla de Scarlett Johansson, la excelente selección de la banda sonora (Queen, Daft Punk, AC/DC, Black Sabbath, The Clash) y la escena final sobre el descubrimiento del Mjolnir (el martillo de Thor) después de los créditos.


Más allá del panzazo, el estreno de Iron Man 2 abre el debate acerca de las capacidades de los escritores para con el megaproyecto Avengers. Es bien sabido que la cinta homónima se encuentra en producción y hace un par de semanas se liberaron las primeras imágenes sobre el filme de Thor, miembro fundador de la orden y uno de sus personajes emblema, la cual planea estrenarse para mayo de 2011.


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Si la intención es enlazar acontecimientos como se ha hecho costumbre en los proyectos comiqueros de la compañía (Civil War, Siege), la información debe ofrecerse con balance, dinamismo y puntualidad, de otro modo, más que un revolucionario suceso fílmico, los ejecutivos de Marvel están cavando un triste final para las ya de sí polémicas adaptaciones cinematográficas de sus superhéroes de historieta.

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