martes, 6 de octubre de 2009

Estas viendo el final de temporada…

…de un fraude. Hoy martes 6 de octubre Tv Azteca programó, con alevosa malicia, los capítulos finales de la segunda temporada de Dexter.


Sí, transmitieron los capítulos finales: número 11 “Gire a la izquierda” y 12 “Invasión Británica”, cuando la semana inmediata anterior emitieron los capítulos tercero (“Una mentira incómoda”) y cuarto (“Te conozco”). Total, que mutilaron 6 episodios, es decir, la mitad de la temporada, como si tal cosa. ¿Motivo aparente?, estrenar a la brevedad posible NCIS, otra serie de investigación policiaca, esta vez desde la marina, que, por cierto, ya había sido trasmitida por Cadena 3 (canal 28) sin mucho éxito.



Cualquier novato en cuestiones internautas sabe que no necesita, en México, seguir la emisión de alguna serie norteamericana por señal abierta. No. Sólo necesita teclear en Google el nombre de su serie favorita junto con las palabras “temporada” y/o “descarga” para disfrutar, incluso, de una versión subtitulada de la misma. Ese usuario cualquiera sabe que la justicia cibernética nacional se encarga sólo de trata de personas, pornografía infantil y extorciones; y sabe también que, salvo por la televisión de paga, no tiene de otra.


La cadena televisiva del Ajusco es conocida por sus manejos oscuros y tretas desleales; por “robar” colaboradores a otros medios, por inventar reportajes; por jugarle chueco a los compañeros y por impedir las organizaciones sindicales. Por revolcar la misma idea una y otra vez con el mismo limitado presupuesto. Por repetir y amputar infinidad de ocasiones muchas cintas infantiles y thrillers de acción. Por tener en el banquillo del jefe a un evasor financiero y tentativo criminal internacional. Por ser fieles impulsores de la llamada “agenda-setting”, una teoría comunicacional que pretende a los medios masivos de comunicación como dueños terminantes (acaso exclusivos) de la transmisión de la información.


Helguera, 2006

No propongo sin embargo el boicot. Que cada usuario se someta al escrutinio interno de la razón. Porque, al fin y al cabo, ellos, los dueños fácticos de la nación, continuarán ignorando, creyendo bobo, a su consumidor.

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