“Air doll”, la ontología de las muñecas

Desde hace muchos años que un científico canadiense de ascendencia japonesa invierte toda su vida, capital y prestigio en inventarse una novia. Un robot texturizado, inteligente y a escala real que pudiera asemejarse en todo a una mujer de verdad, en suma: una muñeca humana.

La ambición anterior es conocida como Proyecto Aiko, este último el nombre tentativo de la muñeca resultante, el cual significa en japonés “niña/muchacha amor”. La historia es algo vieja y sonó fuerte en los medios antes de terminar el 2008. Sin embargo su origen es mucho más antiguo.

La necesidad humana por crear humanos está inscrita en el código genético, es parte de los impulsos biológicos de toda especie. El ansia reproductiva está suficientemente documentada en la Biblia. El punto aquí es que el hombre está cada vez más lejos de los miembros de su misma tribu, y aunque los argumentos científicos que nos explican mejoran, lo cierto es que cada vez nos entendemos menos.

En dicho contexto Hirukazo Koreeda -是枝裕和- (After Life) presentó ayer en la sección Una cierta mirada del 62º Festival de Cine de Cannes su nueva cinta: Air doll (空気人形, Kuuki ningyou) con un guión basado en el manga del mismo nombre por Yoshiie Gooda, cuya trama reproduce dicha problemática: la imposibilidad de comunicación que potencia a la creación. Una necesidad obsesiva por acercarse al otro, y consultar para ello a la ciencia. Un viaje que reluce nuestro sufrimiento, un celo que sólo puede desembocar en una metáfora de la soledad más pura, representada ahora por una muñeca-robot (Bae Doo-Na) que ante los problemas existenciales de su dueño (Hideo, Itsuji Itao) descubre en el enamoramiento la síntesis estética del mundo…

…Una oportunidad desperdiciada por los ojos humanos,

simples esferas vidriosas que no disfrutan más una vida que les fue obsequiada.