domingo, 22 de febrero de 2009

Diez años sin Luis Mario Schneider

Por Ismael Martínez

  • Yo lo doy por existente, para mí sigue en circulación”: Fernando Curiel
  • La FILPM homenajea al investigador y literato en su décimo aniversario luctuoso

México, DF a 21 de febrero de 2009.- Hace una década abandonaste este mundo desolado, dejándonos solos, desamparados. Pero todavía hay quienes recuerdan tu legado. Tus amigos Luis Mario, te recordaron en un homenaje palaciego, en la actual feria de Libro.


Hace ya diez años que te perdimos el rastro. Fuiste un digno investigador universitario, apasionado historiador del ignorado movimiento Estridentista hispano.


Tus amigos apenas sienten tu partida, porque perciben de cerca tu legado.


Dice Fernando Curiel, investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, que aún te percibe cerca, que él “te da por existente”. Para él “sigues en circulación”. Remata festivo, al final de su discurso que tu muerte, Mario, en la Ciudad de México de 1999, resulta un “hecho meramente físico”. Andas ya en otro nivel con distinta densidad en el espacio.


Hace casi medio siglo saliste de Argentina, como becario de la UNAM, a la venturosa edad de 29 años, con esposa e hijo bajo el brazo. A según la leyenda, Hernán Lara Zavala, íntimo amigo tuyo; que siguiendo los rastros del surrealismo mexicano.


La escritora Beatriz Espejo recordó tu “personalidad ficcionable”, tu seductor lunar en la mejilla izquierda, tus múltiples matrimonios y romances. Tu capacidad para “desenterrar datos de los archivos”, tu implacable coqueteo con las letras nacionales. Todo eso evocó directo del prólogo que te dedicara en De tinta Ajena (2003), el último trabajo que dejaste.


Por su parte, Lara Zavala, maestro en letras por la Universidad Nacional, se dijo sorprendido por el silente transcurrir del tiempo. “Me parece increíble que hace diez años murió Luis Mario”. Te recordó enternecido, añorándote como un “inolvidable”, gran creador, gran investigador y “detective nato”, que escudriñaba siempre las cosas más extrañas, raras o perdidas de las letras.

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